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Pajareando en la Perla del Pacífico

A un día y medio de empezar el encuentro más importante de ornitología del país, el mismo que posee la mayor cantidad de aves del mundo, tomé la decisión de viajar. La mala fortuna de mi compañero Édison se convirtió en una oportunidad para mí, así es el destino, él llevaba planificando su viaje desde hace seis meses atrás, mientras a mí no se me había pasado por la cabeza asistir a dicho evento, lo siento por él y le pido a Dios que su Madre se recupere pronto.


Y aquí estamos, viajando catorce horas que te dejan sin aliento, pero la fuerza de las motivaciones nos ponen en pie nuevamente, la ilusión de ver el mar, los atardeceres, las aves y conocer personas nuevas dan una dosis de coraje para seguir de adelante.


Tumaco tierra de incalculables potenciales que ojalá sus moradores algún día aprendan a valorar, aves por todos lados unas más bellas que otras, pajareros de todo el país desde el más novato hasta el más experimentado, desde el más sumiso hasta el más agrandado, pero en fin todo sea por las aves.


Mi viaje tiene motivos que obedecen a esa búsqueda personal que algunos obstinados emprendemos con la ilusión de algún día encontrar respuestas que quizá ni siquiera existan, o tal vez sí, quien sabe, pero como dicen muchos filósofos o sabios de cabecera, la felicidad es el camino y poniendo en práctica dicha afirmación procedimos a ser felices y hacer lo que más nos gusta.


Yo empuñé mi cámara y me tomé personal el evento, “ave que se cruce no se escapa de mi lente”, pero la verdad es que la gran mayoría se escaparon, es difícil fotografiar aves, son muy inquietas, escurridizas y en la mayoría de los casos terminan agotando la paciencia, pero el afán de llevarse buenas imágenes obliga aguantar fuertes temperaturas o hacer esfuerzos sobre humanos por mantener en equilibrio la mente y los pesados objetivos con sus cámaras, parece fácil pero no lo es.


Para los que se acercan y te dicen ¨Hay que cámara tan bonita, debe tomar buenas fotos¨, si claro toma buenas fotos, de la misma forma como mis pinceles hacen pinturas solitos, pero esa es otra discusión, por ahora sigamos con la aventura en Tumaco.


El primer día se caminó mucho, el sol del pacífico nos daba la bienvenida, no vimos muchas aves, por ende pocas fotos, solo una serpiente y una lagartija con cabeza de marciano que salvó el día, de regreso un dolor de cabeza que solo fue curado por la caminata solitaria en la playa, bueno no tan solitaria, ella estaba conmigo, si ella, mi cámara la que nunca falta, la que se ha vuelto mi cómplice, cuando mis compañeros me abandonan y la que toma bonitas fotos, eh aquí algunas de ellas.


Día dos; con la ilusión de ver las aves que ya los compañeros vieron y que por algún motivo yo no, esas mismas que presumían y que hasta buenas fotos lograron, ¡qué envidia!, espero tener esa dicha, por eso mi motivación sigue intacta.


Primera motivación, Diego Calderón a la cabeza, experimentado pajarero de Colombia y por ende del mundo, su habilidad para observar, escuchar y enseñar es digno de admirar, no se guarda nada y las aves parecen obedecerle, bastó un silbido para que empezaran aparecer y como dirían los pajareros más experimentados “Lifer”, así es, la mayoría eran Lifer para mí , en ese momento no me importó la foto, lo importante era verlas antes de nada, ni tonto que fuera como dicen mis colegas más cercanos de Nariño, no voy a arriesgar que el ave se vaya tratando de hacerle una buena foto sin observarla primero con los binoculares y eso fue lo que hice. Me cansé de observar y de apreciar la belleza echa plumas, Attila torridus, Capito squamulatus, Dacnis lineata, Melanerpes pucherani, Campephilus gayaquilensis, Nothurchus tectus solo por nombrar algunos de ellos.


No hay mas fotos de aves, lo siento..


Al terminar la jornada todo fue alegría, un buen resultado para un buen equipo, todos contentos y motivados a seguir pajareando.


El tercer día fue de cocadas y de pocas aves, el morro con su exuberante belleza distrae e invita a fotografiarlo, mientras se toma fotos de las aves más comunes para llevar el registro, nuestro guía nada más y nada menos que el Irlandés Miles Mcmullan, creador de la guía de campo de las aves de Colombia, un libro único digno de admirar por la labor titánica de ilustrar en acuarela más de 1900 especies de aves que alberga Colombia, es un héroe..

No me queda más que agradecer a los organizadores, a ese grupo de pajareros, biólogos, ornitólogos, fotógrafos y apasionados por las aves que día a día luchan para que este país sea mejor, por conservar lo que otros destruyen y por dar ejemplo de grandeza, de humildad y de tenacidad, gracias a ACT quienes apoyaron a la asociación Alas Putumayo para que pudiéramos asistir a este importante evento, gracias a mis compañeros de lucha, de rabietas, de risas, lo único cierto es que seguiremos adelante protegiendo y cuidando este maravillosos planeta, que no nos invada el orgullo, los egos y que el amor por la naturaleza este por encima de los intereses personales.






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